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Director Editorial: Dr. Bernardo Kupferberg | Secretario de Redacción: Dr. Pablo Sayago

Comité Editorial: Dr. Samuel Seiref - Dra. Claudia Travella | Comité Científico: Dr. Mariano Grilli - Dr. Horacio Crespo - Dra. Alejandra Julia Giurgiovich

Volumen 22 - Nº 4 - Noviembre de 2023

Creatividad, inteligencia y conocimiento

Mariano Grilli
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Libre. Cátedra de Ginecología “B” y Cátedra Libre Medicina y Mujer.
Universidad Nacional de La Plata
Director Científico del Instituto de Ginecología de Mar del Plata. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Director Portal Académico ObGin. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

Para crear agítese antes de usar: agítense las ideas, agítense los métodos, agítense los lenguajes.
Jorge Wagensberg

Cuando decimos: “creativo”, se nos vienen a la mente los poetas, pintores, artistas plásticos…. Pero no lo visualizamos en la ciencia. Esto se debe a un prejuicio general, de que hacer ciencia, está relacionada con una actividad mecánica y rutinaria. Y qué además, es llevada a cabo por gente aburrida, algo distraída y quizá desenfocada de la realidad, un típico “nerd”.

Entonces, damos por sabido que los artistas crean a partir de su imaginación y su destreza, o para hacerlo gozan de una libertad prácticamente absoluta, limitada sólo por las posibilidades de su medio de expresión —instrumentos musicales; pinceles y pigmentos; el lenguaje mismo. Pero, a pesar del imaginario popular, los científicos también son creativos, de otra manera.

Si se habla de creatividad, se está haciendo referencia a una habilidad, una actitud y a un proceso, que no está reservado a ciertos individuos, sino es una condición que puede tener cualquiera.

Es una habilidad porque tiene la capacidad de generar nuevas ideas, combinando, cambiando o volviendo a aplicar ideas existentes de una nueva manera. La creatividad es la capacidad de imaginar o inventar algo nuevo.

Ser creativo también una actitud: la capacidad de aceptar el cambio y la novedad, la voluntad de jugar con ideas y posibilidades, la flexibilidad de perspectiva, el hábito de disfrutar de lo bueno, mientras se buscan formas de mejorarlo.

Y finalmente, también es un proceso. Contrariamente a la mitología que rodea a la creatividad, muy pocas obras de excelencia creativa se producen con un solo golpe de brillantez o en un frenesí de actividad rápida. Dentro de su mente perfeccionista, la persona creativa sabe que siempre hay un margen de mejora.

La creatividad puede ser utilizada de manera trasversal en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, es mucho más trascendente cuando además se utiliza para fomentar el desarrollo y crecimiento personal de cualquier individuo como parte de su educación y formación, pues implica un proceso de ampliación de conciencia.

Las personas creativas en cualquier campo encuentran nuevas maneras de ver al mundo. De manera constante y hasta involuntariamente se preguntan “¿Qué tal si…?” Pero no se detienen allí. Después que una persona creativa se pregunta “?Qué tal si…?” Luego avanzan a pensar lógicamente en las consecuencias. Por cierto, está demostrado que el pensamiento lógico siempre es parte del proceso creativo, sea cual fuere su área de interés, arte, ciencia o negocios.

Vemos pues, que, si bien todas las personas podrían ser creativas, esta habilidad parece estar al alcance de unos pocos, por qué parece ser elitista? Entendida la creatividad como producto de la mente humana, es razonable pensar que todos los seres humanos al nacer están dotados con un potencial creativo. La conjunción de las capacidades innatas de cada cual y de las circunstancias ambientales específicas que promuevan o dificulten su desarrollo determinará cuanto dará de sí dicho potencial creativo en cada individuo.

Creatividad y conocimiento

Las nuevas ideas y resoluciones de problemas solo pueden producirse en base a conocimientos, experimentaciones y trabajos en el campo. Los procesos creativos en ciencias siempre dependen de los conocimientos teóricos adquiridos y procedimientos disponibles, lo que lleva a generar ideas y combinaciones conceptuales nuevas. Dichos procesos cognitivos no suceden solo en la cabeza de los científicos, sino que se construyen y reconstruyen en interacciones con otros y con las herramientas culturales y tecnológicas disponibles. Estos procesos cognitivos no permanecen limitados a zonas particulares de conocimientos. Tienden a trascender sus propias barreras, invaden campos paralelos y así configuran procesos indisciplinados de producción de nuevos saberes.

El descubrimiento de nuevo conocimiento científico, la invención de nueva tecnología, la composición de música, literatura o arte hermosos o el análisis de situaciones o problemas conocidos desde nuevas perspectivas serían ejemplos particularmente relevantes de creatividad.

Resulta interesante el modelo cognitivo propuesto por Weisberg, quién postula que los logros creativos dependen de procesos cognitivos ordinarios que producen resul­tados extraordinarios. Además, sostiene que la creatividad no supone procesos cognitivos excepcionales sino combinaciones novedosas entre pensamientos lógicos y analógicos, en el marco de amplios conocimien­tos disponibles. La amplitud y diversidad de los conocimientos y experiencias en el campo de investigación son decisivas para la generación de nuevas ideas.

La disponibilidad de conocimientos y los distintos caminos para acceder a ellos, modificarlos, construirlos y reconstruirlos, conforma una acción decisiva en los procesos creativos en la ciencia. Si bien es necesario en todos los campos, el conocimiento es un aspecto clave en el desarrollo de pensamientos y productos creativos, en el campo científico. O sea, sin conocimientos no hay creatividad, ni en ciencias ni en ningún otro campo. Todas las producciones en ciencias refieren a campos de conocimiento particulares, quizá presentando distintos niveles de profundidad, generalidad y abstracción y diferentes criterios de demarcacio­nes.

Torrance describe a la creatividad, como “un proceso para volverse sensible a los problemas, deficiencias, lagunas en el conocimiento, elementos faltantes, desarmonías, etc., identificar la dificultad, buscar soluciones, hacer suposiciones, o formular hipótesis sobre las deficiencias: probar estas hipótesis, posiblemente modificarlas y volviendo a probarlas, y finalmente comunicando los resultados”.

La creatividad es tan necesaria en el trabajo científico, que sin ella el trabajo se torna rutinario y los científicos mediocres.

Cuando el método científico es aplicado exitosamente en la solución de un problema relacionado con la salud, la creatividad hace su juego: el resultado es la generación de nuevos conocimientos médicos, aunque para alcanzar ese éxito, el investigador debe además de poseer recursos, experiencia y motivación, además de su personalidad creativa. Esto nos lleva a una de las tantas definiciones de creatividad en la ciencia: “es un proceso complejo y prolongado de interacción entre el individuo y su ambiente, cuyo resultado es la producción de algo nuevo: una idea, un descubrimiento, etc.” 

Todo está relacionado con el conocimiento. Sea adquirido por la experiencia, investigación o lectura. Debido a esto, la capacidad y la rapidez con la que se encuentra la solución a un problema, depende de la experiencia, pero destaquemos algo primordial, lo realmente original del pensamiento creativo es el proceso previo a encontrar la solución, es decir, la capacidad de utilizar la información almacenada en la memoria de forma nueva y distinta, esto es, flexibilidad de pensamiento, así como la capacidad del individuo para ir más allá y profundizar sobre sus propias experiencias.

Fases del proceso creativo

Es destacable y significativo, que muchos grandes pensadores y científicos han reflexionado acerca de la creatividad y de los procesos mentales que conducen al acto creativo. El fisiólogo y físico Hermann von Helmholtz, a finales del siglo XIX señaló que el nacimiento de una idea novedosa (de un pensamiento/acto creativo), pasa por tres etapas, que él denominó saturación, incubación e iluminación. En 1908, Henri Poincaré, añadió una obvia pero importante cuarta etapa: la verificación. El psicólogo Graham Wallas describió formalmente este proceso de cuatro etapas en El Arte del Pensamiento (1926), una referencia clave en el campo de las ciencias cognitivas.

Todo proceso creativo transcurre en cuatro etapas bien diferenciadas, que son:

Preparación o investigación. Aquí se recauda la información de base respecto al asunto de interés y se adquiere el estado mental propicio para las ideas originales. Consiste en percibir y analizar la situación, así como de todas las circunstancias y dimensiones que influyen en ella. Esto puede darse de manera veloz o paulatina, y equivale al sembrado de las semillas de la creatividad.

Incubación. Ya se tiene la información necesaria y se ha adquirido el estado mental necesario, el espíritu creativo continúa su marcha de una forma menos evidente, vinculada con lo inconsciente y lo imperceptible, en la que aparentemente no se realiza ningún esfuerzo. Es una etapa de gran tensión emocional ante la duda de si se conseguirá o no el objetivo propuesto. Esta tensión se acrecienta en la medida en la que aumenta el tiempo dedicado a esta fase. Es por ello que muchos proyectos son abandonados, y el ejemplo podría ser cuando se está armando un protocolo de tesis. Esta es la incubación, el proceso de germinación de las ideas.

Iluminación. El nombre sugiere lo que eventualmente termina ocurriendo: se produce un destello, una visión, una manifestación en la imaginación de la idea original fruto de las etapas anteriores, y que se asocia con el nacimiento mismo de la idea. Eureka!! La solución surge de improviso, es cuando todo cobra sentido, está relacionado y claro. Se trata de una fase de júbilo y entusiasmo, en la que el esfuerzo invertido obtiene su recompensa. Sin embargo, éste no es el final, todavía quedaría una última fase en este proceso.

Verificación. Acá, se retorna a la labor consciente, ahora bajo los paradigmas de una nueva idea que se tiene, y que requerirá de esfuerzos conscientes para materializarse. En esta fase se analiza, verifica y valida la solución adoptada, se determina, o su abandono o su adaptación para ser perfeccionada o su puesta en práctica. Es un momento emocionalmente muy difícil ya está repleto de incertidumbres, de inseguridad ante las decisiones últimas.

Creatividad e inteligencia

Según Standler, "una persona creativa se caracteriza por hacer cosas que no se habían hecho antes". Para Karl Popper, el pensamiento creativo requiere de algo más que la simple aplicación de la lógica, y defiende que la imaginación desempeña un papel vital en el desarrollo de nuevas teorías.

Cómo influye la inteligencia? Se puede determinar tres clases de inteligencia, las cuales se complementan en su proceder: inteligencia sintética, analítica y práctica. La inteligencia sintética es la capacidad de combinar información previa a una forma nueva, es decir, de crear a partir de lo preexistente. La inteligencia analítica, nos da la capacidad de distinguir entre nuevas ideas con potencial y nuevas ideas en las que no merece la pena trabajar. Por último, la inteligencia práctica es la habilidad para "vender" las ideas propias a las agencias financiadoras, editores, empresas farmacéuticas, etc. Esta última inteligencia, es  mercantilista. Es una pata necesaria, ya que, sin esta, no se conseguiría los fondos para desarrollar las ideas y/o puede que sus contribuciones no lleguen nunca a ser reconocidas o sólo lo hagan de manera póstuma,  (van Gogh sería el ejemplo paradigmático de un poderosísimo genio creativo con una carencia absoluta de inteligencia práctica).

Normalmente se relaciona la creatividad con diferentes variables como pueden ser inteligencia, personalidad y género, entre otras.  La relación entre la creatividad y la inteligencia se ha encarado de diferentes modos, poniendo mucho énfasis en los estudios desde las cinco perspectivas de Sternberg y O`Hara: la creatividad como parte de la inteligencia, la inteligencia como parte de la creatividad, la creatividad y la inteligencia como constructos superpuestos, la inteligencia y la creatividad como lo mismo, y, por último, la creatividad y la inteligencia no se asocian. Luego de los estudios realizados por Krumm, se comprueba que las asociaciones entre los constructos fueron bajas, aclarando que si bien el Coeficiente Intelectual es necesario para el desarrollo creativo es evidente que la inteligencia por sí sola no puede explicar gran parte de las variaciones de la creatividad. Un mínimo de inteligencia es necesario para la creatividad, no se observan muestras de puntajes elevados de creatividad y bajos en inteligencia. A partir de cumplir con ese mínimo de inteligencia se abre una amplia gama posible entre mayor y menor grado de creatividad.

La creatividad en un individuo tiene tres componentes: experiencia, habilidades de pensamiento creativo y motivación. La experiencia es, en pocas palabras, conocimiento en alguna de sus formas: técnico, procesal e intelectual. Es un hecho, que según el grado de flexibilidad e imaginación que estén integradas al pensamiento creativo, el proceso con el que se abordan ciertos problemas y tareas, fluirá de manera natural. Por eso, los individuos aprenden a ser más creativos y saben utilizar distintas herramientas creativas para resolver problemas. La motivación es el último de los componentes, donde la pasión y un deseo interno para resolver un problema, producirán soluciones mucho más creativas que si se ofrecieran recompensas externas, tales como el dinero.

La inteligencia, al igual que la creatividad, puede ser desarrollada. Hay muchos ámbitos diarios en los que se la fomenta, especialmente en términos matemático-lógicos, como son juegos como los puzzles o las adivinanzas. Y otros tipos de inteligencia se ejercitan aún más a menudo, como la inteligencia emocional o la inteligencia social.

De modo que, aunque como en el caso de la creatividad, la inteligencia se obtiene a base de ejercerla, hay muchos más espacios, ámbitos y momentos para desarrollarla que en la creatividad. Porque, en general, la sociedad del siglo XX se fue construyendo como una sociedad pasiva, y la pasividad es enemiga de la creatividad: ver la televisión puede fomentar la inteligencia porque se esté aprendiendo algo en un documental, pero no puede fomentar la creatividad porque no es interactiva.

La capacidad, la rapidez con la que se encuentra la solución depende de la experiencia, y ésta siempre es adquirida, pero lo realmente original del pensamiento creativo, son todos los pasos del proceso previo a encontrar la solución. Esto se logra cuando se tiene plena capacidad de utilizar la información almacenada en la memoria de forma nueva y distinta. Pensamiento flexible es la capacidad de un sujeto para ir más allá y profundizar sobre sus propias experiencias. En los años sesenta, se estudiaba la asociación de inteligencia con creatividad, mediante el análisis del pensamiento convergente, y es Guilford quien da el primer paso para la consideración del pensamiento divergente como entidad propia e independiente. Entonces esta asociación de inteligencia y creatividad, está determinada por el pensamiento convergente, que es el pensamiento orientado a la solución convencional de un problema y el pensamiento divergente, que elabora criterios de originalidad, inventiva y flexibilidad.

El desarrollo de las ciencias siempre implica procesos creativos, es decir articulaciones entre pensamientos divergentes y convergentes, resoluciones de problemas complejos y creación de procedimientos y productos alternati­vos.

Comentario final

Los descubrimientos y los cambios significativos globales, que han ocurrido durante toda la historia de la humanidad, son debido a la curiosidad innata del hombre, la cual, unida a su capacidad intelectual, ha permitido asociar y relacionar la información disponible, para solucionar los problemas y las necesidades de la población de forma creativa. Esta interacción entre la investigación y la creatividad, ha proporcionado la creación y mejoramiento de métodos innovadores y tecnologías tan avanzadas, que años atrás eran inimaginables. Es por eso, que independientemente del momento temporal, el docente debe impulsar estrategias motivadoras que integren los conocimientos y la curiosidad científica, con el fin de incorporar la investigación a la vida del médico, como un hábito natural para desarrollar el conocimiento. De ser posible, se debe enseñar, promover y estimular la investigación científica y la creatividad a los estudiantes de medicina, con el fin de contribuir con la formación integral de profesionales comprometidos con aportar a la sociedad nuevos conocimientos.

Las posibilidades de generar preguntas y respuestas en ciencias también depende de los artefactos culturales disponibles, es decir de tecnologías e innovaciones desarrolladas respecto de técnicas y procedi­mientos de investigación. Muchas preguntas y problemas formulados en otros momentos, pero que no podían ser abordados, ahora pueden ser resueltos gracias a avances tecnológicos.

Se estimula la creatividad cuando se incluyen en la propuesta, como diseñar actividades de investigación e incentivar la participación en el proceso. También, dar orientaciones a los médicos en formación sobre los conceptos y la manera de organizar trabajos de investigación inicial que no involucren mucha complejidad, y proporcionarles información sobre cómo efectuar una investigación bibliográfica, resultan pautas indispensables para fomentar un proceso creativo.

Therefore the problem is not so much that of seeing what no one has yet seen, but rather of thinking in the case of something seen by everyone that which no one has yet thought. For this reason, it also takes very much more to be a philosopher than a physicist.

Por lo tanto, el problema no es tanto ver lo que nadie ha visto todavía, sino pensar en el caso de algo visto por todos, lo que nadie ha pensado todavía. Arthur Schopenhauer  

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