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Espacio de Opinión

Editorial

En tiempos en que el mundo se transforma de manera continua, la educación médica está cambiando de modelos centrados en la enseñanza a modelos que hacen foco en el aprendizaje.

Esto implica un cambio en los perfiles de todos los involucrados: los docentes transforman su rol de expositores del conocimiento al de facilitador del aprendizaje, y los alumnos de espectadores pasivos del proceso de enseñanza, al de ser protagonistas activos en la construcción de su propio conocimiento. Esta evolución se produce poniendo como objetivo el estímulo del pensamiento crítico del alumno y utilizando herramientas como el aprendizaje por competencias, tanto específicas como genéricas, el aprendizaje basado en problemas (ABP), la educación virtual, la simulación, etc.

La incorporación de la simulación en los planes de estudios de grado le plantea al alumno escenarios en los que cabe preguntarse ¿qué debo hacer frente a esta situación? ¿Cómo puedo acortar la distancia entre el conocimiento teórico que recibí y la habilidad para llevarlo a cabo? ¿Cómo voy de la teoría a la práctica, del saber al saber hacer?

La simulación médica es una poderosa herramienta educativa para la formación de futuros profesionales de la salud y se fundamenta en la experiencia sobre aspectos referidos a la seguridad en la industria aeronáutica. Un “simulador de vuelo” es un dispositivo que recrea artificialmente el vuelo de un avión y las situaciones por las que puede pasar un aparato en vuelo, las maniobras de despegue y aterrizaje en diversos aeropuertos, multitud de condiciones meteorológicas, etc. Así las tripulaciones mantienen un elevado grado de entrenamiento en todo momento.

Volviendo a la medicina, podemos decir que la simulación es una técnica y herramienta para ampliar las experiencias que tienen los alumnos con los pacientes reales, a través de situaciones artificiales guiadas que imitan aspectos importantes del mundo real de manera interactiva. Esto se hace incorporando el error como parte del aprendizaje, pero al mismo tiempo haciendo foco en la seguridad del paciente en el período de formación.

La simulación permite también el entrenamiento en habilidades técnicas, propias del procedimiento, y no técnicas como por ejemplo liderazgo, comunicación, adquisición de confianza, cambio de actitudes, trabajo en equipo, manejo de la crisis, etc. Sus etapas son tres: La adquisición de conocimiento teórico y del simulador (“Briefing”), la resolución de un caso problema (Simulación) y la discusión sobre lo actuado (“Debriefing”). En base a la tecnología y realismo que se puede obtener por un simulador, estos se pueden clasificar en baja, mediana y alta complejidad.

En este número de la Revista FASGO se publica una interesante experiencia del uso de la simulación de alta fidelidad en la emergencia hipertensiva del embarazo con alumnos de grado en la Cátedra de Ginecología y Obstetricia de la carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Litoral por parte de la Dra. Marisa Espinoza.

Este trabajo nos lleva a reflexionar que, si bien la simulación como técnica y herramienta en la enseñanza de la medicina no reemplazará al contacto médico- paciente, tiene ventajas indudables. Entre estas permite: disminuir los tiempos de la curva de aprendizaje de habilidades y destrezas para resolver casos clínico- quirúrgicos, preparar al aprendiz para el contacto directo con el paciente, que se produzca el aprendizaje sin poner en riesgo al paciente, simular diferentes experiencias en distintos entornos específicos y el feed back o debriefing en tiempo real.

Finalmente cabe afirmar que es fundamental que los responsables de la educación médica se convenzan sobre la importancia que implica comprender, practicar y repetir por parte de los alumnos para conseguir las competencias necesarias para un buen desempeño luego de graduados.

 

 

 

Foto Cingolani 

Dr. Martín Etchegaray Larruy
Director de Evaluaciones
FASGO


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