Editorial
Allá por el año 1988, la Dra. Ana María Di Lonardo, presidente del Banco Nacional de Datos Genéticos de la República Argentina, fundadora y Jefa del Servicio de Inmunología del Hospital Dr. Carlos G. Durand, impulsó a dos noveles médicos de planta de Obstetricia y de Inmunología, para que la acompañaran en la creación del primer Consultorio Interdisciplinario de Enfermedades Autoinmunes, Trombofílicas y Embarazo, en el que inmunólogos y obstetras asistiéramos en forma conjunta a las pacientes embarazadas con alguna enfermedad autoinmune.
Desde el consultorio 30 del Hospital Dr. Carlos G. Durand, desde hace 38 años, todos los miércoles en forma ininterrumpida, esos dos jóvenes médicos, el Dr. Diego Fernandez Romero (hoy Jefe del Servicio de Inmunología ) y yo, hoy Medico Consulto (por haberme jubilado como Jefe del Servicio de Obstetricia) continuamos asistiendo a pacientes de alto riesgo. Durante varios años también colaboró el Dr. Sebastián Udry, y hoy colabora la Dra. Daiana Wagner dos jóvenes médicos que se capacitan, nos asisten, estudian e investigan con gran responsabilidad y pasión.
La capacitación y estudio permanente, sumado a los trabajos de investigación interdisciplinarios locales e internacionales, y la colaboración con otros colegas como las Dras. Liliana Voto y Beatriz Grant, repercutieron en forma directa en la disminución de las tasas de morbimortalidad en estos casos, con el consecuente resultado de que esas madres pudieran traer al mundo hijos vivos y sanos.
A partir de la sanción en 2020 de la Ley 27611 de “Atención y cuidado integral de la salud durante el embarazo y la primera infancia”, y conforme lo establecido expresamente en el art. 23 de esta ley sobre la obligación del médico de procurar diagnostico y tratamiento para la Trombofilia, se reafirma en forma expresa la obligación del medico de tener conocimiento de esta patología.
Hace unos meses comenzaron a llegar tanto a FASGO, como a la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA) y al Hospital Dr. Carlos G. Durand de Buenos Aires, oficios judiciales solicitando información científica, en el marco de juicios de mala praxis por casos de trombofilia.
Bajo las leyes argentinas, los profesionales de la salud respondemos penal y patrimonialmente por actos de imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia de los reglamentos o de los deberes que causaren a otro un daño en el cuerpo, o en la salud, o la muerte. Además en algunos casos graves estas conductas podrían también ser causa de inhabilitación profesional para el ejercicio de la medicina.
En la práctica, sabemos que nadie está exento de errores involuntarios, o de accidentes, pero muchas veces lo que origina las lesiones o situaciones irreversibles en los pacientes es la falta de conocimiento. Ejemplos sobran … como la transmisión de la fiebre puerperal por el descuido en el correcto lavado de manos, o los nacimientos con malformaciones por el uso de la talidomida al desconocer el efecto teratogénico de esa droga.
Hoy en día y a pesar de los avances tecnológicos, de la inteligencia artificial y el descubrimiento de nuevos tratamientos y estudios diagnósticos, se siguen cometiendo errores por no efectuar un correcto interrogatorio en la primer consulta, por no seguir las guías de práctica, los protocolos, por no leer una historia clínica completa, o por no analizar las interacciones de los medicamentos antes de efectuar prescripciones.
Todos sabemos que la falta del debido cuidado en la realización del acto médico es un acto negligente o imprudente, y que muchas veces contribuyen el estrés, las malas condiciones de trabajo, el cumplimiento de metas que imponen las instituciones sanitarias, el poco descanso de los profesionales ante los bajos honorarios médicos que fuerzan a trabajar muchas horas ininterrumpidas a nuestros colegas.
Pero para la impericia, no hay justificaciones que puedan oponerse, porque la impericia está dada por la falta de habilidades, de experiencia y principalmente en la falta de CONOCIMIENTO.
En medicina no existe ninguna argumentación posible que justifique la falta de preparación y la falta de capacitación que solo se logra a través del conocimiento. Los médicos no podemos quedarnos en el escalón de “conocer”, para la práctica medica el conocer va mas allá de adquirir conceptos, se requiere que avancemos en la actualización y perfeccionamiento constante del conocimiento, porque en nuestras manos está la salud y vida de nuestras pacientes, y en el caso especial de la tocoginecología, el binomio materno-fetal, los deseos maternales, sus ilusiones y valores fundamentales como la familia.
Por eso es tan importante la tarea académica y científica que desarrollan FASGO y todas las Sociedades Federadas y Adheridas del país capacitando, perfeccionando y cuidando a nuestros colegas impulsándolos al estudio, a la actualización del conocimiento y al perfeccionamiento permanente.
Les dejos dos frases para que reflexionemos: como dijera William Osler, uno de los padres de la medicina interna y del sistema de enseñanza de las residencias: “El médico que deja de aprender deja de ser médico”. Y como siempre dice en sus conferencias nuestro querido Maestro, el Porf. Dr Antonio Lorusso: “Cuando la vida de los pacientes depende del conocimiento médico la ignorancia es criminal”.
Finalmente, un agradecimiento al Director Editorial Dr. Bernardo Kupferberg por la invitación a realizar la editorial de esta nueva edición de la revista FASGO, prestigiosa publicación de divulgación y actualización científica.
Abrazo Federal!
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Dr. Omar Latino |
