Editorial
Estimados colegas y amigos:
Me siento profundamente honrado al contactarme con todos Uds a través de la prestigiosa revista de la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia-FASGO.
“En estos días, todos están midiendo. Los científicos miden la pandemia con modelos matemáticos: casos, muertes, pruebas realizadas”….”Los epidemiólogos rastrean las proporciones de ventiladores por camas de hospital, tasas de infección, gravedad de casos.”
“Los médicos, como yo, cuentan las máscaras por caja, los guantes por par.”
“Los amigos y la familia miden los momentos perdidos….”Reservas de hotel canceladas, reservas de boletos aéreos, restaurantes cerrados.”
“Los hospitales, como el mío, están ocupados planeando.”” El ajetreo cotidiano del hospital continúa y al mismo tiempo se suma la urgencia para comprender la evidencia emergente, la determinación de las mejores prácticas para una enfermedad aún en definición. Paciente tras paciente tras paciente necesitan atención. Atención médica regular y de rutina: embarazo, vacunas, quimioterapia, accidente cerebrovascular. Además, atención heroica, agresiva y pandémica: oxígeno, intubación, ventilación, rezos.”
“Me encuentro viendo video tras video sobre como ponerme y quitarme los vestidos y las máscaras que espero me protejan…”Leo artículos, ensayos, opiniones….”.”Aprendiendo. Esperando.”
“Entre estas medidas medidas, soy muy conciente de una tensión interna que se arrastra en los momentos mundanos de mi día”…”Se acumula en el sudor de mi barbilla debajo de mi máscara N95 mientras aseguro la vida de un bebé en transición desde el útero de la madre hasta la infancia”.
“Cuando me retiro de atender a mis pacientes, a sus familias, la tensión permanece.”
“Miedo”.
“…..es imposible medir el miedo. Lo veo en todos lados. En los ojos bajos de las mujeres mayores que empujan los carros de supermercados mientras estabilizan sus pasos con bastones….””En la expresión enmascarada de un padre visitando a su hijo, mi paciente”.
“Encuentro consuelo en el patrón predecible de la primavera….”me siento empoderada por la acción colectiva de mis compañeros, las enfermeras y los médicos que se unen contra este nuevo contagio. Amigos y colegas de cada capítulo de mi carrera se acercan y se reconectan.”
“Debemos elevarnos por encima de nosotros mismos, porque esta batalla es inconmensurable. No puedo cuantificar mi exposición a un virus. Ninguno de nosotros puede”……”No puedo saber cuándo se me pedirá, una vez más, que tome de la mano a los moribundos. Pero no estoy sola.”
Elegí compartir algunos fragmentos tomados de “Al medir una pandemia, ¿cómo explicar el miedo?” de Rachel Fleishman (*), relato autobiográfico de la vivencia de una médica neonatóloga respecto a una tensión interna que encuentra imposible de medir. Este relato me permitirá conceptualizar la Medicina Narrativa.
Ninguna historia es neutral, en este sentido, esta historia transmite mas allá del conocimiento técnico-científico, aspectos de la práctica clínica que implican una vinculación con el paciente como ser humano, pero también y sobre todo , emociones y reflexiones del médico , reconociendo el entorno en el que está inmerso.
La Medicina Narrativa es un movimiento iniciado en los Estados Unidos por la Dra. Rita Charon, Profesora de Medicina Clínica y Directora Ejecutiva del Programa de Medicina Narrativa de la Escuela de Medicina de la Universidad de Columbia, quien visitó nuestro país en 2014. Las narrativas contribuyen a mejorar competencias para desarrollar escuchas mas empáticas (como un modo de “auscultar” mensajes que no se revelan en forma explícita), comunicar en forma mas eficaz, establecer vínculos mas significativos con los pacientes de manera que pueda reducirse la brecha entre saber acerca de la enfermedad del paciente por un lado, y comprender su experiencia como persona enferma por el otro. Al decir de Charon: “El cuidado de la salud no consiste en prácticas mecanizadas, estamos aprendiendo lo que significa estar enfermo”. Personalmente considero a este punto, un aspecto medular de la praxis médica. La evidencia y la narrativa entrelazadas permitirían desarrollar una actividad mas humanizada y arribar a un verdadero juicio clínico integrado.
Los relatos constituyen, entre otras, una de las herramientas con las que cuenta esta disciplina que además, fortalece la conexión con el placer del ejercicio profesional aumentando la capacidad de enfrentar creativamente tensiones cotidianas y contextos adversos.
Mientras la autora nos cuenta que “se suma la urgencia para comprender la evidencia emergente, la determinación de las mejores prácticas para una enfermedad aún en definición”….la narrativa nos permite encontrar puertas de entrada a su mundo interior y a su modelo interpretativo de una actualísima realidad que resuelve satisfactoriamente con una tolerancia a la incertidumbre.
Dejo en esta Editorial, que tan grato me ha resultado escribir, instalada la posibilidad de un camino con el que, estoy convencido, valdría la pena “reconectar”.
Para terminar los invito a recordar una frase de Gabriel García Márquez: “La vida no es la que uno vivió sino la que recuerda y como la recuerda para contarla”.
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Dr. Pablo Sayago |
(*) Título original: “In measuring a pandemic, how to account for fear?
Expert opinión. Rachel Fleishman. Neonatóloga en el Centro Médico Albert Einstein de Filadelfia.
Publicado: 18 de Abril de 2020.-
Fuente del texto original: https://www.inquirer.com/health/coronavirus/doctor-coronavirus-essay-philadelphia-rachel-fleishman-20200418.html